lunes, 9 de marzo de 2015

Día 7 - DOMINGO 08 DE MARZO DE 2015

Y al séptimo día... te agarra la abstinencia!



   Día largo, aburrido y cansador. Los domingos son deprimentes, la soledad es deprimente, y las dietas son deprimentes. Yo hoy tengo los 3.

   Verano, calor, solcito, soledad, aburrimiento y dieta... NI LES CUENTO CÓMO ESTOY DE HUMOR!!! Hoy fue un día duro, lo arranque discutiendo con mi mamá, cosa que ya no es sorpresa para nadie. Después seguí con que era domingo, todos tenían algo que hacer, menos yo. No podía siquiera irme a tomar un helado a la plaza. Por primera vez en esta primera semana de tratamiento me tocó enfrentarme con mi peor enemigo: NO TENER NADA QUE HACER. Si bien tengo una vida absolutamente sedentaria, soy una persona intelectualmente muy inquieta y siempre me estoy inventando alguna actividad para realizar. Entonces, una especie de nubarrón goloso se instaló en mi mente y sólo podía pensar en que me quería comer una torta de chocolate con dulce de leche. Intentara hacer lo que intentara hacer, la torta seguía ahí. Así q tome la mejor decisión que pude tomar en ese momento y me fui a dormir la siesta.

   ¡Soñe con comida! ¿Pueden creer? En mis 30 años de gorda nunca me había pasado. Soñé que estaba en un Mc Donalls con mi amiga A.
 (muy noventoso por lo que recuerdo, parecía más un Pumper Nic) y mientras veía cocinarse las hamburguesas pensaba “aunque estén re secas tienen mucha grasa”, hasta que A. se encuentra con uno de sus tantos tíos y de golpe, ahí estaba yo, sentadita comiéndome mi torta de chocolate con dulce de leche. 

   Inexplicable el hambre y las ganas de comer con las que me desperté. Sabía que cualquier paso en falso me llevaría a la ruina del plan y no estaba dispuesta a dejar que eso pase. No en vano, ayer, en un cumpleaños, me contuve ante cada vaso de cerveza helado y cada porción de pizza casera que pasaba ante mis ojos. No en vano me había tomado 3 vasos de agua saborizada (light) y me había comido mi humilde barrita de cereal ante los ojos extrañados de los felices comensales de calorías. No señor, yo tenía que resolverlo sin caer en la trampa.

   Es muy difícil pensar con hambre, y mucho más difícil es pensar con la obsesión de un antojo, pero es ahí cuando hay que hacerse fuerte. Hice lo que debía: Agarré mi listita de colaciones del plan alimenticio y me analicé con cuidado qué podía comer... entonces encontré un oasis. Entre las opciones de colaciones (comidas entre-comidas) aparecían la bananita bañada en chocolate (tipo Dolca) o la oblea cubierta en chocolate (tipo Tita). Fui al almacén contenta, tranquila, compre mi comida light y compre una Tita para saborear placenteramente. Vine a casa, merendé lo que el plan decía, y la tita sigue ahí sobre la mesa.

   Yo lo llamo: efecto placebo.

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