jueves, 26 de marzo de 2015

Día 25 – MIÉRCOLES 25 DE MARZO


   La felicidad no es redituable, sólo funciona para Axel o Montaner.


   Una vez vi una publicidad donde un compositor de Blues era feliz y no podía componer. De golpe, todo lo bueno que tenía lo perdió y compuso una obra maestra. Yo no pretendo escribir una obra maestra, pero tampoco me sale ni una palabra.
   No soy feliz, no puedo faltar a la verdad, pero tampoco soy infeliz. Estoy estancada ese limbo de mierda que se le forma a la vida de vez en cuando, cuando nada te hace del todo bien ni del todo mal. No siento entusiasmo por nada. No tengo energías. Los problemas siguen siendo los mismos. La soledad sigue siendo la misma. La dieta sigue viento en popa. Es increíble, todo el mundo me pregunta por la dieta, por el tratamiento, por el peso, y por primera vez en mi vida es lo único ordenado y funcionando. Pero todo lo demás es un caos. Bueno, no, no es un caos, simplemente no es nada.

   La sensación de abulia es espantosa y dolorosa. Cada vez es todo más insípido.

   Esta semana me tocó soportar a distintas personas en diferentes circunstancias opinar sobre mi dieta y decirme omnipotentemente qué es lo que tengo o no tengo que hacer. Discutiendo incluso con las propias indicaciones médicas que trato de seguir lo más fielmente posible.

   … nada… no tengo nada…. Invento mil palabras que no cuadran, que no puedo hilar, que no tienen ningún sentido.

   Será por esto que la otra vez hablando con un amigo él me preguntaba: ¿Por qué “Cerrado por reparaciones”? ¿Por qué no “Abierto por reparaciones”? En ese momento yo podría haberle inventado mil respuestas progres que me hicieran quedar bien parada y super cool, pero yo pero yo no sirvo para mentir, no porque no me salga, sino porque no quiero, no me gusta, no es lo mío. Una vez alguien me dijo: Vos sos peor que yo. Yo no miento porque no puedo, no me sale. Vos no mentís porque no querés.” Y ahí fui estableciendo un par de parámetros sobre los valores de algunas personas.

   “Cerrado por reparaciones” no es un nombre puesto al hazar, no es cliché, no es un gancho, no es nada de todo eso; sin embargo es todo lo que quiero decir. No es el nombre para el blog, es una idea completa, un concepto, una epifanía que viene desde el primer tratamiento:

   Para hacer un plan como este, que no es una dieta sino, un verdadero proyecto de vida es difícil estar mil por mil en contacto con el universo. Es necesario cerrarse un poco, aislarse, correrse. No sólo dejás de comer, dejás de tomar alcohol, de fumar, de ir a reuniones donde te podés tentar, dejás de oir la millonada de opiniones y consejos que llueven de todos (porque así como en el futbol son todos DT, ante una dieta son todos nutricionistas y tienen la verdad absoluta).
Alejarse de todo es una especie de desintoxicación necesaria.

martes, 17 de marzo de 2015

Día 15 – LUNES 16 DE MARZO


Primer recaída.

   Hoy no fue un buen día. Me costó mucho levantarme porque me costó mucho dormirme, y eso ya descompaginó el día completo; tanto, que no pude almorzar. Dormí mal, soñé feo, me desperté sintiéndome horrible: no sabía si iba a desmayarme, si mi corazón iba a colapsar, si la cabeza me iba a estallar, o si iba a vomitar… ni el baño frío a la mañana logró ayudarme. Y siempre, todo eso, se acompaña de sentimientos extraños.

   La balanza fue favorable y aún así no logré sentirme mejor. Los sentimientos de fracaso y de culpa se dispusieron a no soltarme, pero resistí: Salvo el almuerzo, cumplí con mis comidas correspondientes cada dos horas aproximadamente, manteniendo siempre la calidad de cada ingesta. Volví a casa agotada, siempre que voy a la clínica me pasa. Cuando estoy ahí me toca mirarme de frente y cara a cara conmigo, con mi problema, con el problema de tantos que la luchan como yo. Ahí es en el único lugar donde verdaderamente dimensiono y tomo conciencia. Ese es el espacio donde conecto con la verdadera raíz y todas sus consecuencias.

   Llegué a casa y merendé. Apenas terminé, un cansancio extremo me llevaba a dormitarme sentada, ahí donde pasé vegetando todo el fin de semana, pero hice fuerza para mantenerme despierta porque duermo tan poco de noche que cualquier tiempo que le quite al sueño hace que luego no pueda conciliarlo más.

   Cené a horario, sano y en cantidades justas, pero es inmedible la rapidez con la que lo hice. Me daba cuenta de lo que estaba haciendo pero no podía frenarlo. En menos de diez minutos había cenado y, por supuesto, seguía con hambre. Exactamente una hora después ataqué las provisiones que compré para la semana y me di un “ATRACÓN” con 2 barritas de cereal y 2 turrones. Sé que puede parecer ridículo describir la ingesta de productos light como “ATRACÓN” pero el problema está siempre en el qué, sino el cómo y, obviamente, en el cuánto.

   Para los que no saben lo que es un “ATRACÓN”, la RAE (Real Academia Española) lo define como: “Exceso en una actividad cualquiera. / Acción y efecto de comer y beber con exceso.” Según mi humilde opinión de obesas (y algún que otro mal más) un “ATRACÓN” es el acto más desesperado que un obeso puede cometer. Lejos del placer de la ingesta y de la maldita imagen de “gordito feliz” que falsamente se instaló en la sociedad, este tipo de ingesta desmedida, inconsciente y voraz es producto de las peores miserias de uno mismo. Es el punto más delgado que uno como GORDO puede tocar. Es un acto instintivo, en respuesta a un miedo, una angustia, una inseguridad, una incertidumbre, un enojo, y cuanto sentimiento de mierda se te cruce por la cabeza. Es la reacción más baja a esos sentimientos inmanejables que lo hunden a uno hasta lo más profundo de sus propias miserias. Los Gordos, no sabemos, no queremos, no podemos enfrentarnos a nuestros males, a nuestras debilidades, a nuestros dolores (aunque nos hayamos encargado de inventar un caparazón donde así lo parezca)… Los Gordos aprendimos a tapar cada uno de nuestros huecos con comida; y eso es exactamente lo que hacemos cuando transitamos un “ATRACÓN”.

   Automáticamente después de tragar esas cuatro golosinas sentí un fuerte malestar en la boca del estómago y nauseas, unas nauseas irrefrenables empujadas por un profundo sentimiento de culpa. Angustia, malestar, dolor de estómago, monopolización del pensamiento, y otra vez unas ganas irrefrenables de vomitar… y ahí, me tocó ponerme a pelear con otro fantasma. Uno mucho más viejo, uno que logré dejar atrás desde hace un buen tiempo, cuando creí que me moría. Pero ahí estaba otra vez, inmenso, intenso, profundo, absoluto, al acecho… repitiéndose en mi cabeza como un maldito disco rayado, diciéndome que había una sola salida y que debía tomarla. Entonces decidí resistir.

   Acá estoy, volcando toda mi angustia en estas líneas, dejando salir de una puta vez las lágrimas que no tienen explicación, o que son tan viejas que ya no recuerdo su origen… Acá estoy, contando la parte más de mierda de esta historia, exponiendo ante todos mis más absolutas miserias…. pero resistiendo. Resistiendo desde lo más profundo de mi ser, usando cada palabra que escribo como escudo para luchar hasta las últimas consecuencias.

Nadie dijo que el camino sería fácil, nadie dijo que el plan se hiciera en una patada, nadie dijo que no tendría recaídas, nadie dijo que no habría complicaciones… por acá estoy, firme para defenderme a mí misma, que soy lo único que tengo. Porque esta batalla ya está librada y pienso ganarla, me cueste lo que me cueste. Porque los obstáculos superados ya no van a ser piedras con las que vuelva a tropezar. Porque mi integridad es mía, y mi voluntad también.

Gracias, al que se haya detenido a leer.

sábado, 14 de marzo de 2015

Día 13 – SÁBADO 14 DE MARZO

   Atiborrada de soledad estoy sentada frente a la pc desde hace más de 6 horas. ME ABURRO. Mi tarde se ha intercalado entre sagas de Candy Crush y partidas de Tetris, mientras de fondo veo/escucho en continuado una novela de los ‘90s.

   El teléfono no ha sonado ni una sola vez. Hace más de 24 horas que no pronuncio ninguna palabra. Es sábado, y me siento patética.

   Lo triste no es que hoy me pase eso. Lo triste es que me pasa con frecuencia. Si bien no soy una persona que suela quedarse sola, el día que sucede siento que me muero. Entonces me sumerjo en el mundo más superficial o abstracto que puedo, para que el cerebro no se encienda (y por ende, no moleste).

   No limpié, no ordené, no trabajé, no escribí, no dibujé, no pinté, no me vestí, no me peiné, y mucho menos salí. Estoy sentada, prácticamente en la misma posición, desde que me desperté pasado el mediodía. Sólo he pausado la abulia para cumplir reglamentariamente con mis comidas.

   Vengo bien con el plan, o al menos eso parece, aunque tengo un mal pálpito. No sé… Como lo que debo, cuando debo, pero aún así me siento pesado, me duele el estómago, me veo hinchada, tengo el abdomen endurecido y no me siento del todo bien. Eso lo vengo sintiendo hace un tiempo largo, no estoy bien y por eso volví al centro de salud. Pero lo más particular de todo es que no tengo hambre en absoluto ¿Dónde se ha visto una dieta que no de hambre? Así no puede funcionar, estoy segura. Ya veremos qué dice el aparato delator el lunes.

   Había un par de planes para hoy, pero me canso de hacerlos sola. Había una película en un Centro Cultural del Centro, pero no tengo más ganas de ir sola a ningún lado. Hace 3 años y medio que estoy sola y me cansé de todo eso. También tenía una propuesta para estar acompañada esta noche, pero me cansé de “amores baratos de un rato”. Así que acá estoy, volcando todo esto en este blog, pensando en que nadie va a leerlo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Día 10 – MIÉRCOLES 11 DE MARZO

   Hoy quiero todo.

   Los procesos como esto no son fáciles y aunque uno esté absolutamente convencido hay una cuestión fisiológica, psicológica, o de la puta índole que fuere que hace uno la pase mal igual. ¿Hambre? No, imposible pasar hambre con un plan de alimentación donde comés cada dos horas, mínimo seis veces al día, y a veces en porciones que ni yo puedo consumir. Esto… esto es otra cosa… no sé si llama abstinencia, o no sé si es sólo eso.

   Desconozco por completo otro tipo de adicciones y no quisiera incursionar vagamente en terrenos tan delicado, pero calculo que si uno es adicto a algo, la abstinencia es a esa cosa. Bueno, en mi caso no. No es comida lo que me falta porque de hecho estoy comiendo bastante mejor que en mucho tiempo a esta parte. La espantosa sensación se relaciona a todas esas otras cosas que uno tiene que renunciar cuando intenta recuperarse de este trastorno.

QUIERO UNA CERVEZA CON MANICITOS CHINOS.

QUIERO ALGO DULCE (aunque antes del plan, casi nunca consumía)

QUIERO UN CIGARRILLO.

QUIERO TENER SEXO.

QUIERO NO ESTAR SOLA.

   Cuando decidís cambiar de vida, de hábitos, de forma; cuando decidís tener una vida sana, un cuerpo “limpio”, un bienestar saludable y perdurable, debés renunciar a muchas cosas que te hacen mal: El alcohol es alto en calorías, no tiene ningún nutriente, fija las grasas y deshidrata, está de más decir por qué te dicen que no tomes alcohol. En realidad hay una medida de alcohol permitida, pero es vino y no me gusta. A demás, si el camino elegido es el de la operación, lo mejor es llegar con un cuerpo completamente desintoxicado. Mismo motivo por el cual prohíben el cigarrillo que es absolutamente nocivo a los pulmones y al resto del organismo.

   Lo del sexo nada tiene que ver con las indicaciones del programa, aclaro, (porque si no nadie lo haría) sólo tiene que ver con una decisión personal. Estoy en un momento en el que no tengo ganas de exponer mi cuerpo a nada ni nadie más q a mí y al tratamiento. No tengo ganas del placer efímero, más lleno de vacíos que de llenos. No tengo ganas de estar con alguien a quien después no pueda abrazar. Y ahí entra en juego la soledad.

   El problema con la soledad tiene dos caras igual de válidas. La primera, se relaciona íntimamente con el párrafo anterior: no quiero estar más sola, me cansé. Sé que todo lo que hago es por mí y para mí, que soy la única que puede hacerlo, soy consciente, lo acepto y lo aplico pero a veces uno simplemente necesita a alguien al lado, a al alguien en frente, a alguien que te mire a los ojos y sepas que confía en vos, a alguien que te agarre la mano y sepas que va a estar ahí cuando trastabilles, a alguien que de pronto te hace saber que está pensando en vos. Hace muchos años que estoy sola por motivos varios; el principal es porque quise… pero ya no quiero más. No quiero más ir al cine sola, no quiero más cenar sola, no quiero más dormir sola, no quiero más ver una peli o serie en casa sola, no quiero más vivir alegrías y complicaciones sola… no quiero más. Pero lamentablemente, eso no es algo que se pueda decidir.

   La segunda cara tiene que ver específicamente con esto último: La soledad literal. Yo soy una persona que siempre está llena de actividades: estudio, produzco teatro, dibujo, diseño, hago remeras y estoy de lleno metida en el tratamiento. Visito amigas, recibo gente, salgo. Siempre me invento algún plan para no estar sola nunca pero llega un momento del día en el que bajás la guardia, llegás a casa, con suerte no tenés cosas pendientes para hacer y… NO TENÉS NADA QUE HACER… ahí la soledad duele de manera inexplicable, pesa, molesta, pellizca, se cola en lo más hondo de uno y necesitás de toda esa intoxicación que te llena de placeres momentáneos para sobrepasarla y hacer como que no te diste cuenta. Pero uno sabe que no es por ahí.



   Así que acá estoy, encontrando nuevos placebos. Sin cerveza, sin maní, sin cigarrillos, sin sexo, sin compañía… tomando, casi por primera vez en mi vida, un vaso de coca light.

lunes, 9 de marzo de 2015

Día 8: LUNES 09 DE MARZO DE 2015



   Si esto fuera una novela este capítulo no llegaría hasta pasadas varias idas y vueltas, pero la vida real no espera. Hoy fui solita con mi alma y feliz a mi primer día de grupo de educación en la alimentación y luego al de pre y pos operados bariátricos. Los ordené así juntitos porque, si de por sí me cuesta ir una vez a la semana… más va a costarme ir varias veces, y no estoy en condiciones de enredarme yo solita porque bastante lío ya tengo.

   Al adentrarme, uno se encuentra con las caras conocidas de siempre, pero esta vez el murmullo escondido de algo poco grato oscurecía los pasillos. La cara de la gente mezclaba desconcierto con desamparo y los vientos de cambio eran palpables en la desorganización poco usual.

   Cuando uno se aventura a un recorrido como este, el de la transformación, tiene una guía, un referente, un apoyo, un sostén, un gurú, una aguja que te pincha cuando te inmovilizás, una voz que te alienta cuando te cansás, una brújula que te orienta cuando perdés el rumbo… alguien por quien lo volvés a intentar… Yo la tenía a ella, mi mentora. La impulsora a que me anime, a que lo intente, a que lo logre, y a que vuelva cada vez que fracasé. Y de pronto, a partir de hoy, ya no estaría más. Nuevos rumbos le han destinado y nueva gente llega ahora para tomar el timón de este barco que por un instante sentí hundirse. El estupor fue inevitable.

“Los seres vivos se adaptan al medio en que viven para asegurar la supervivencia de la especie.”



   Hay que saber adaptarse. La primera vez que hice el plan fui un poco más de 3 meses y bajé más de 20 kilos, hasta que un día la clínica decidió cancelar todas las obras sociales por falta de pago y por lo tanto todos los pacientes debíamos abonar nuestra consulta. Debo reconocer que no era muy alto el costo pero, como les conté, yo soy una persona con un trabajo poco ortodoxo y muy mal pago, lo que significó mi salida inminente del programa de descenso. A fuerza de empeño lo continué durante algunos meses en casa, y poco a poco se fue desvirtuando hasta convertirse nuevamente en mi viejo y pésimo régimen alimenticio. Esta vez no podía dejar que nuevamente un factor externo a mí infiriera con mi propósito. Si bien su falta se va a sentir, y mucho, yo no estaba ahí por ella… estaba ahí por mí. Así que me aferré a mi cuadernito de registro de comidas, y marché airosa con el mismo descontento de siempre a participar del grupo (yo avisé que de gordita simpática no tengo nada).

Día 7 - DOMINGO 08 DE MARZO DE 2015

Y al séptimo día... te agarra la abstinencia!



   Día largo, aburrido y cansador. Los domingos son deprimentes, la soledad es deprimente, y las dietas son deprimentes. Yo hoy tengo los 3.

   Verano, calor, solcito, soledad, aburrimiento y dieta... NI LES CUENTO CÓMO ESTOY DE HUMOR!!! Hoy fue un día duro, lo arranque discutiendo con mi mamá, cosa que ya no es sorpresa para nadie. Después seguí con que era domingo, todos tenían algo que hacer, menos yo. No podía siquiera irme a tomar un helado a la plaza. Por primera vez en esta primera semana de tratamiento me tocó enfrentarme con mi peor enemigo: NO TENER NADA QUE HACER. Si bien tengo una vida absolutamente sedentaria, soy una persona intelectualmente muy inquieta y siempre me estoy inventando alguna actividad para realizar. Entonces, una especie de nubarrón goloso se instaló en mi mente y sólo podía pensar en que me quería comer una torta de chocolate con dulce de leche. Intentara hacer lo que intentara hacer, la torta seguía ahí. Así q tome la mejor decisión que pude tomar en ese momento y me fui a dormir la siesta.

   ¡Soñe con comida! ¿Pueden creer? En mis 30 años de gorda nunca me había pasado. Soñé que estaba en un Mc Donalls con mi amiga A.
 (muy noventoso por lo que recuerdo, parecía más un Pumper Nic) y mientras veía cocinarse las hamburguesas pensaba “aunque estén re secas tienen mucha grasa”, hasta que A. se encuentra con uno de sus tantos tíos y de golpe, ahí estaba yo, sentadita comiéndome mi torta de chocolate con dulce de leche. 

   Inexplicable el hambre y las ganas de comer con las que me desperté. Sabía que cualquier paso en falso me llevaría a la ruina del plan y no estaba dispuesta a dejar que eso pase. No en vano, ayer, en un cumpleaños, me contuve ante cada vaso de cerveza helado y cada porción de pizza casera que pasaba ante mis ojos. No en vano me había tomado 3 vasos de agua saborizada (light) y me había comido mi humilde barrita de cereal ante los ojos extrañados de los felices comensales de calorías. No señor, yo tenía que resolverlo sin caer en la trampa.

   Es muy difícil pensar con hambre, y mucho más difícil es pensar con la obsesión de un antojo, pero es ahí cuando hay que hacerse fuerte. Hice lo que debía: Agarré mi listita de colaciones del plan alimenticio y me analicé con cuidado qué podía comer... entonces encontré un oasis. Entre las opciones de colaciones (comidas entre-comidas) aparecían la bananita bañada en chocolate (tipo Dolca) o la oblea cubierta en chocolate (tipo Tita). Fui al almacén contenta, tranquila, compre mi comida light y compre una Tita para saborear placenteramente. Vine a casa, merendé lo que el plan decía, y la tita sigue ahí sobre la mesa.

   Yo lo llamo: efecto placebo.

viernes, 6 de marzo de 2015

Día 4: JUEVES 05 DE MARZO DE 2015

   Segunda vez en la semana que ando por el centro de salud. En este lugar tienen la costumbre hacerte ir mil veces por semana. Se ve que estando ahí adentro corrés menos riesgo de comer. El lunes tuve una buena acogida, la genia de G.M., coordinadora del grupo de pre y pos bariátricos, me reconoce, me recibe, me incita, me ayuda,  me apoya y me hace llorar; cosa que según ella es un buen signo. Igualmente no fui sola, fui acompañada, casi llevada de los pelos, por mi amiga F. Para  mí es muy importante no sentirme sola en este proceso y ella lo sabe. Fue de gran ayuda que me acompañara, ya que posiblemente, aunque estuviera decidida, no habría ido sola.

   Si bien otras amigas me había aconsejado y fomentado la vuelta al centro de salud, F. tuvo un medio un poco menos ortodoxo: Me llevó a un bar donde comimos y bebimos a mansalva, y cuando vio que salí afuera a fumar, me acompañó, me preguntó qué me pasaba, y como buena amiga que es, cuando vio que yo no estaba nada bien y la angustia me ganaba… Empezó a gritarme y maltratarme en plena vereda, diciendo cosas fuertes y espantosas; pero todas ciertas. En pleno griterío me advirtió que el lunes me obligaría a ir a hacerme atender, que pasaría a buscarme por mi casa y por mi propia voluntad o en contra de ella, me haría tratar. Eso es lo que hace una verdadera amiga.  

   La primera vez que hice el tratamiento también fui acompañada por una amiga, y aunque esa persona ya no se encuentra en mi círculo más íntimo, reconozco que ha hecho mucho por mí en aquel momento, y se lo agradezco. Mi abuela fue otra una gran compañera. Deduzco ahora que esa fue una de las grandes causales de la falla del segundo intento,  la falta de compañía.

   Me miden, me pesan, me toman la presión, y el resultado dice que bajé 2 kilos 700 en 4 días… tengo varias teorías por las cuales podría haber sucedido ese fenómeno, pero ninguna se relaciona con el plan alimenticio. Si bien estoy haciendo las cosas bien, no creo que se pueda bajar esa cantidad en tan poco tiempo. Ya veremos qué pasa el lunes.